Rodrigo Paz: el presidente que olvida quién lo hizo ganar

Foto: Erbol

El mayor peligro para Rodrigo Paz es creerse el cuento de que llegó al poder por su propio brillo. Ganó porque la gente no quería a Tuto, porque el país buscaba algo diferente, y porque su binomio con Lara ofrecía —aunque fuera simbólicamente— una promesa de equilibrio entre élite y pueblo. 

Gustavo Calle, periodista

El nuevo presidente Rodrigo Paz, que asumirá el 8 de noviembre, llega al poder con una victoria clara, pero con una base política en riesgo de hacerse cada vez más estrecha. Desde que ganó, su discurso ha virado: de un tono moderado, casi de centro, pasó a otro más conservador y cercano a Jorge "Tuto" Quiroga. Ese giro puede entusiasmar a las élites, pero lo aleja del electorado popular que lo hizo presidente. 

No hay que olvidar que la fórmula del Partido Demócrata Cristiano (PDC) terminó siendo, básicamente, una improvisación. 

Edman Lara no era el candidato a vicepresidente original: fue presentado por Paz un día antes de que fenezca el plazo de inscripciones de candidaturas al TSE. El anterior aspirante a vicepresidente, Sebastián Careaga, había decidido ir como candidato a senador de Unidad Nacional, el partido de Samuel Doria Medina. 

Ante la urgencia de mantener la sigla, el PDC buscó un rostro con apellido conocido, y así apareció el denominado "capitán" Lara. 

Edman Lara, mantenía una con conexión peculiar con las bases, con el voto popular, con los sectores desencantados del MAS. Sus transmisiones por Tik Tok le habían abierto camino con este electorado y este supo recorrerlo. La dupla era extraña, pero electoralmente funcional. Y funcionó. Sin Lara, Paz probablemente no habría ganado. 

Paz parece olvidar que su triunfo no fue mérito propio. Ganó porque, tal como lo mostraron los resultados de la segunda vuelta, gran parte del país no quería volver a Tuto Quiroga ni a su estilo de derecha tradicional y porque en términos identitarios solo la fórmula con el "capitán" le dio un ropaje "popular". Fue, en buena medida, un voto anti Tuto, un voto de rechazo a la vieja política, a la arrogancia de los tecnócratas y a la desconexión con el pueblo.

Si Tuto hubiera construido una derecha con rostro popular —por ejemplo, si hubiera apostado, solo, por ejemplo, por alguien como Fernando Untoja—, el resultado tal vez habría sido otro. Pero no lo hizo. Y ese vacío fue aprovechado por Paz, que supo ocupar el espacio del "mal menor".

Desde su victoria, Rodrigo Paz ha mostrado una relación "fría" con Edman Lara. No lo convoca, no coordina con él y, según comentó el ex capitán en un reciente live por su cuenta de Tik Tok, ni siquiera mantiene un diálogo fluido. Así, parece verlo más como un estorbo que como un aliado. Pero en política, los símbolos pesan: Lara representa al electorado popular, al votante urbano, sindical e incluso evista que confió en la fórmula. Despreciarlo es, simbólicamente, despreciar al pueblo que lo hizo ganar.

Y ahí entra la llamada "teoría de la quinta rueda", esa figura del vicepresidente que sirve de adorno institucional, pero carece de poder real. Hay que recordar que, como bien apuntó el politólogo Franklin Pareja, ni García Linera con Evo Morales, ni Tuto Quiroga con Banzer aceptaron ese papel: ambos lo rompieron, se hicieron actores políticos activos. Pero en los últimos años, con Choquehuanca junto a Arce, esa figura volvió, y todo indica que Edman Lara correrá la misma suerte.

Lara no tiene la formación ni la destreza política de un García Linera, y Paz lo sabe. Por eso lo usará como acompañante simbólico, no como socio de poder. El problema es que, al hacerlo, perderá también el puente con el mundo popular que Lara representa. 

Rodrigo Paz parece sentirse más cómodo hablando de "institucionalidad republicana" y "reconstrucción del Estado" que de las transformaciones sociales que definieron la Bolivia de las últimas dos décadas. Su discurso suena más a república que a Estado Plurinacional, como si lo indígena y lo popular fueran temas del pasado. Esa distancia puede darle legitimidad entre empresarios y élites, pero lo aísla de los sectores que mantienen la gobernabilidad real en las calles.

Además, su postura reciente contra Evo Morales, toca una fibra muy sensible en un país donde el conflicto con el Chapare sigue abierto, y donde ya hubo muertos hace poco. Jugar con ese fuego puede encender otra vez un punto de tensión.

El mayor peligro para Rodrigo Paz es creerse el cuento de que llegó al poder por su propio brillo. Ganó porque la gente no quería a Tuto, porque el país buscaba algo diferente, y porque su binomio con Lara ofrecía —aunque fuera simbólicamente— una promesa de equilibrio entre élite y pueblo.

Si ahora se encierra en su gabinete, desprecia a su vice y se refugia en el discurso tecnocrático, terminará perdiendo la legitimidad que apenas consiguió. Y cuando un presidente en Bolivia pierde al pueblo, ya no gobierna: resiste.

Rodrigo Paz gobierna, al final, con un partido improvisado, un vicepresidente al que no escucha y un discurso que no conecta con la mayoría. Olvida que su voto fue anti Tuto, no pro Paz. Y si convierte a Edman Lara en una simple "quinta rueda", no solo lo marginará a él, sino a gran parte del electorado que creyó en éste. 

Los conflictos internos en el Movimiento al Socialismo (MAS) están sacando a la luz pública las estrategias que este partido urdió en noviembre de 2019 para generar un vacío de poder que sirva de pretexto para la consolidación del relato del golpe de Estado.

Página Siete fue la oposición más consecuente y efectiva que tuvo el gobierno. No fue un medio que trabajó bajo los esquemas del llamado "equilibrio periodístico". Que siendo realistas, es más un deseo que un hecho.

Hablé con un empresario aymara, hay muchos, pero éste es de los que he tenido la fortuna de conocer recientemente. Es un ser libre, o por lo menos, así se siente, está orgulloso de su identidad, pero también de las posibilidades que se tejen en torno a ésta. Es decir, no le preocupa mantener su ser "puro".

Estamos sobreestimando a las IA (inteligencias artificiales), o por lo menos a una de ellas, me refiero a ChatGPT. En verdad hay que entrenar mucho al algoritmo para conseguir un resultado preciso. La especificación al momento de consultar puede ser una vía; sin embargo, los resultados pueden resultar, aun así, imprecisos.

Crítica de la historia - Gustavo Calle
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